martes, 22 de febrero de 2011

EL LIDERAZGO EN LA ACCIÓN


“Nosotros no vemos las cosas como son ; vemos las cosas como somos nosotros” ( Anais Nin)

La función policial implica una entrega constante de servicio hacia el prójimo, desde que se asume ese compromiso con nuestro juramento de honor, hasta al culminación de nuestra labor tanto diaria como temporal, hasta que lleguemos al retiro final. Y adentrándonos en este precepto, diríamos que ‘sólo entrega, el que tiene algo para dar’. Pues ¿qué tiene el policía para dar que lo hace necesario en la sociedad?

Simplemente la oportunidad de servir a sus semejantes, incluso más allá de las tareas que le han sido encomendadas.

Ante una enfermedad necesitamos de un médico, pero ante una crisis, un peligro, una desgracia, una calamidad, ante la inseguridad necesitamos de un cuerpo policial presto, atento, eficiente, dinámico que también ayude a ayudar y en quien se pueda confiar.

Y la confianza sólo se confirma con la eficiencia en el servicio, con la decencia en nuestros actos, con el verbo apropiado en nuestras palabras. Y todas estas formas o demostraciones son propias de un líder. Aquella persona capacitada en dar lo que otros necesitan.

El liderazgo es la capacidad adquirida y ejercida de influir en los demás.

No es ciertamente la influencia del poder, que supone la desigualdad entre quienes mandan y quienes obedecen. Es más bien la influencia entre quienes son y se sienten iguales o semejantes.

No son líderes los que así nacen, sino los que se hacen. De allí que formar líderes es ante todo una misión educativa.

La herramienta de los líderes es la persuasión. La persuasión se contagia a través de la razón o de la emoción, de las intuiciones compartidas o de las experiencias vividas.

Las reglas del poder requieren autoridad y coerción.

La persuasión del líder necesita de principios y coherencia.

Un poder sin autoridad es ilegítimo; sin coerción, es letra muerta.

El liderazgo sin principios es perverso; sin coherencia, carece de integridad.

Es por eso que del policía se espera que sea un ser de principios bien firmes en lo ético y lo moral; que sea coherente entre sus actos y sus principios; y que muestre una integridad a prueba de perturbantes ofertas o situaciones ilegales.

El poder descansa en el castigo. El liderazgo se cimienta con el ejemplo.

Es por eso que siempre se dice que la mejor manera de educar es con el ejemplo.

Cuentan que un hijo le dijo a su padre que quería ser un líder, y le preguntó cómo podría lograrlo. El padre le respondió que lo primero que tenía que hacer era estar conciente de sus conductas. Que cada vez que sintiera que había hecho daño a una persona, clavara un clavo en la puerta de su casa. El hijo aceptó el reto y empezó a tomar mayor conciencia de sus actos. Y así lo hizo, hasta que dejó de poner clavos en la puerta, porque ya era conciente de sus actos y trataba bien a las personas. Entonces le preguntó nuevamente a su padre : ¿Y ahora qué hago? Y el padre le respondió diciéndole que por cada acto de bien y de servicio que realizase, sacase un clavo de la puerta. El hijo aceptó nuevamente el reto y empezó poco a poco a sacar los clavos. Ya estaba despierto, era conciente y además se dedicaba a ayudar a las personas. En poco tiempo le dijo a su padre: ¡He terminado! ¡ logré sacar todos los clavos! ¡Finalmente he aprendido a ser una mejor persona, un líder! Sin embargo, acto seguido lo asaltó una duda “¿ahora qué haremos con todos los huecos que dejaron los clavos en la puerta? El padre le respondió “no lo toques.

Están allí para recordarte siempre que en tu camino de aprendizaje dejaste una huella de dolor en la gente y que gracias a su entrega , comprensión y colaboración ahora puedes ser la persona que eres”.

Cuántos habremos que sólo nos dedicamos a clavar clavos en la puerta de nuestro hogar Institucional, y cuántos serán quienes desclaven los actos que otros cometieron.

Un examen de conciencia nos ayudará a saber de qué lado estamos y en qué situación nos encontramos. Uno puede encontrar las fallas de los demás en pocos minutos, pero puede tomarle toda la vida descubrir las suyas. Cuanto más antes empecemos, mejor.

Un hogar es impenetrable cuando la puerta que lo accede es fuerte y maciza.

Pero cuando esa puerta imaginaria por el cual todos transitamos a diario se encuentre lleno de agujeros que poco a poco lo van carcomiendo, entonces tendremos “ventanas” por todos lados, por los cuales entrarán los vientos de la apatía, la inmisericordia, la corrupción, la degeneración, y tantos otros males que no harían habitable nuestro hogar. Seríamos presa de enfermedades y el fin no estaría muy lejos.

No podemos ser líderes si no tenemos primero la capacidad de liderarnos a nosotros mismos.

El liderazgo personal se logra cuando la persona emprende el camino trabajando su autoestima, su creatividad, su misión de la vida, el equilibrio de sus actos y la capacidad de aprender de sus aciertos y de sus errores, así como de otros. El liderazgo interpersonal se logra posteriormente, cuando la persona domina la comunicación, aprende a dirigir a otros y a entregarles el poder, a trabajar en equipo y a servir a sus seguidores.

Una baja autoestima es como no tener cinturón de seguridad para viajar en una montaña rusa. No disfrutaríamos del viaje, y cada subida y bajada brusca en la montaña de la vida nos haría sentir que caemos al vacío.

El liderazgo es un camino en espiritual que va de dentro hacia fuera. Es como la laguna que alimenta a un río. Si la persona no tiene primero un nivel de profundidad interior, no podrá irrigar los campos con un liderazgo constructivo y hacer crecer a las personas que la sigan.

Cuando nos curan con alcohol una herida abierta, explotamos de dolor en forma inmediata. De la misma manera, en el trabajo algunos estímulos presionan ciertos botones de nuestra mente hasta hacernos explotar de ira y destruir la confianza y la comunicación.

Hay que tener mucho cuidado con los juicios que nos formamos de las cosas y los acontecimientos, para no cometer errores.

Cuando se encuentre ante una situación difícil, respire profundamente que eso relaja nuestra fisiología.

Y recuerde siempre esta historia: Una pareja había salido de casa dejando solos a sus hijos pequeños y al perro. Estaban preocupados, pero era una emergencia y no tenían con quién dejarlos. Cuando regresaron y llamaron a los niños, éstos no contestaron. Se dirigieron hacia la habitación de sus hijos y vieron salir de ésta al perro con la boca llena de sangre. El padre lleno de ira, persiguió al perro y lo mató. Luego entró en el cuarto de los niños y encontró a una serpiente muerta y a los niños a salvo. El perro héroe había salvado a los niños de morir, pero el padre jamás dio una explicación convincente de la muerte de su mejor amigo.

Cuando la cultura de las excusas se asienta en las Instituciones, es como si le sacasen las llantas a un automóvil.

Dentro del auto uno siente que el motor está prendido, que puede acelerar y escuchar la mejor música del momento, pero no se llegará a ningún lado. Las excusas tienen un costo escondido de mermar nuestra responsabilidad, nuestro deber , encubriendo nuestra dejadez y genera un clima de desconfianza ante la ciudadanía y propicia la hipocresía en la organización. El que se excusa no persevera en su ideal de servir; el que no persevera se descuida en el deber; y el que no cumple con su juramento dado, no digno de sí mismo.

La perseverancia en un cometido trae el éxito, y la buena imagen, y éstas hacen ganar

El prestigio y el respeto de quienes servimos. Esa es una manifestación del líder. Y todo eso se logra a base de esfuerzo y sacrificio en nuestras labores diarias.

Razón no le faltó a Donald Kendall, cuando dijo: “El único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo, es en el diccionario”. Primero está el deber y luego la satisfacción de la tarea cumplida.

Muchas personas no ven más allá que sus prejuicios y viven atados a sus cadenas del pasado, diciéndose interiormente: “conmigo no va la cosa”, “esto no lo cambia nadie”, “alguien lo hará por mí”, “total para qué tanto esfuerzo”, y viven sumergidos en el océano de su mediocridad. Sería como que alguien le pudiera preguntar a un pez ¿cómo crees que es el océano?, el pez le respondería ¿de qué océano me hablas? Si se está inmerso en él no podrá apreciar la diferencia. Por eso estar conciente es despertar de alguna manera, es sacar la cabeza del agua y darnos cuenta de nuestros comportamientos subconscientes y estigmatizados por la pereza y el olvido.

Los líderes alcanzan su poder por diferentes medios: algunos lo obtienen porque son visionarios, otros por su creatividad, y otros por su integridad. Pero todos tienen un elemento en común que les otorga la denominación de líderes: la pasión por lo que hacen.

Y esto se logra por la paciencia y perseverancia en lo que se hace. No vayas raudamente por el camino de la vida, que en ella también hay recodos.

Y antes de concluir debemos tener presente el mensaje de nos da Confucio:

“No tengas deseos de hacer las cosas rápidamente. No mires las pequeñas ventajas que te dan. El deseo de hacer las cosas rápidas, no previene que se hagan meticulosamente. Mirar las pequeñas ventajas, previene que los grandes acontecimientos se logren”

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