lunes, 4 de febrero de 2013

ADIOS PARA SIEMPRE AMIGO LUCHO LABARTHE WENSJOE



En la madrugada del 2 de febrero último,  un grito desgarrador y un llanto incontrolable , rompió el silencio del edificio en la playa norte de San Bartolo.
Ana, la devota mujer de Lucho Labarthe , la mujer y compañera durante  diez años de su vida, sentía que una gélida espada atravesaba su corazón cuando  comprobó que  su amantísimo esposo había dejador de vivir .
En medio del  estallido de la luz matinal, el manso rumor de las olas , el graznido de gaviotas solitarias, el dulce aroma de la brisa del mar , Lucho Labarte  estaba señalada para morir ese fatídico  día, cuando un día antes había llamado e insistido por teléfono a sus amigos para que no se olviden que había preparado un almuerzo en su departamento ese día, justamente, cuando la muerte le tenía preparada una sorpresa.
Este hecho fue algo inesperado , porque nada hacía presagiar la   urgencia e irrevocabilidad del mandato de la muerte que cuando nos coge lo hace asolapada, traicionera, sin darnos tiempo para nada , porque siempre pensamos que somos indestructibles o que nuestros amigos son de acero inoxidable o que siempre los vamos a ver .
Lucho había estado en una reunión amical la noche anterior y como era habitual en él,  gozaba de la vida , estuvo alegre, feliz y desplegó su amistad con esa manera franca y sincera  de ser con todos los que lo conocían .
Día trágico para la familia.  Y más trágico para los amigos de San Bartolo, aquel pueblo con aire provinciano que acoge con calidez a los veraneantes y surfistas todo el año..
Estuve con él y unos amigos en su reciente matrimonio en noviembre del año pasado y en la fiesta de fin de año.
Después de su muerte, San Bartolo ya no será la misma.
Su carácter especial y temperamento lo convertía en el eje y motor de toda reunión social, en el infatigable amigo que disfrutaba viendo u observando que su amigos estén cómodos, gocen de la vida como él lo hacía y disfruten de los ricos potajes que le gustaba preparar o encargar para las reuniones que él organizaba , ya sea en  su departamento del quinto piso del edificio “Malaga” o  en el Club San Bartolo.
La muerte tiene muchas razones de ser.
Y en el caso de Lucho Labarthe, su fín rápido, sorprensivo , inesperado ,  algo detonó en el corazón y los sentimientos de sus amigos cuyas secuelas  hasta ahora se sienten.
Es una lástima que la muerte cobre vidas como la de Lucho.
Dice un viejo refrán que " nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Y esa palabras tienen vigencia con la desaparición del amigo que ha  dejado un tremendo vacío en su familia y amigos,  pero el mayor dolor es pensar que se ha perdido la  representación  más genuina de la amistad y la alegría de vivir en San Bartolo.
Lucho Labarthe era muy humano. Capaz de quitarse la comida de la boca para darle a los pobres o abrazar a un recién conocido mostrándole su amistad y carácter querendón .
Sabía disfrutar de los hermosos atardeceres de la playa norte de San Bartolo, estallido de luces y colores, así como de la compañía de sus amigos que hoy lloran su desaparición .
Va a pasar un buen tiempo hasta que nos acostumbremos a su ausencia, porque lo seguiremos viendo en el rumor de las olas , en los hermosos atardeceres que lo dejaban boquiabierto, en el disfrute de una buena conversación, en el saludo afectuoso y lleno de alegría. Así era Lucho Labarthe.
Alegre y juguetón como un y niño pero un zorro en los negocios . Supo amar a su manera . Lo recordarán como un hombre de carácter fuerte, temperamento alegre y semblante firme, como aquellos antiguos guerreros que perseguían sueños y se iban a la guerra por un ideal .
Adiós amigo Lucho Labarthe, tu partida ha dejado un gran vacío .    

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